La digitalización del comercio ha dado lugar a que los consumidores podamos comprar productos y contratar servicios de una forma mucho más sencilla que antes. Las grandes marcas y los marketplaces ponen a nuestra disposición tiendas digitales que nos facilitan la compra y el acceso a esos productos y servicios.
En toda esta “locura” digital, donde mucha gente no acude a las tiendas físicas y todas sus compras las recibe cómodamente en casa, las empresas podrían llegar a la conclusión de que es más barato o poco importante el envoltorio o paquete que le llega al cliente, ya que lo fundamental y lo que le tiene que gustar al usuario es el producto que ha comprado.
Nada más lejos de la realidad, tanto si compra en una tienda física, como si lo hace en una tienda digital, la experiencia del cliente empieza, no cuando empieza a usar el producto, sino mucho antes: cuando está empaquetado y cuando abre el paquete. Es lo que se llama el
packaging
y el
unboxing.
¿Qué es el packaging?
El envoltorio de un producto tiene varias finalidades, la principal sería
protegerlo para que no se deteriore o sufra desperfectos hasta que llegue al cliente. Otra de las funciones que se le da al empaquetado es que
no se vea o se sepa que hay en su interior para evitar que los amigos de lo ajeno se lo puedan quedar (esto es muy típico en las cajas que usan los marketplaces como Amazon). El paquete exterior también puede servir para informar al cliente de determinadas
características del producto.
Por tanto, el packaging lo podríamos definir como la
técnica, herramienta o ¿arte? que tiene una empresa para
empaquetar un producto y despertar en el cliente buenas sensaciones y fortalecer el vínculo con la marca.
¿Y qué es el unboxing?
Y si en un lado tenemos el empaquetado o packaging en el otro tenemos el momento en el cual el cliente lo va a abrir y que va más allá de la acción de abrir un paquete. Lo que llamamos el unboxing.
Para mucha gente el momento en cual van a abrir el paquete que lleva el producto que ha comprado es un momento muy especial donde se mezclan muchas sensaciones, normalmente, todas positivas: te vas a poder poner ese pantalón tan chulo que te has comprado, podrás usar esos auriculares de última generación para escuchar música, etc.
Y es que el unboxing se puede usar también por las marcas para ejercer un impacto en el cliente. Cosas tan sencillas como que dentro del paquete vaya algún tipo de detalle simpático de regalo (una piruleta, una pegatina de la marca, una muestra de otro producto similar, etc.) pueden ayudar a mejorar la experiencia del cliente en ese momento. También se puede aprovechar ese momento personalizándolo con una tarjeta dirigida al cliente agradeciendo la compra, por ejemplo.
Vemos por tanto que, tanto el packaging como el unboxing, son dos momentos perfectos para mejorar la experiencia de los clientes, y lo bueno que tiene es que se puede invertir más o menos dinero en estas acciones en función de la empresa o coste del producto.
Para saber más: