Muchas cosas han cambiado desde hace 25 años hasta ahora, cuando antes la única manera que teníamos para conectarnos a Internet desde nuestros hogares era mediante el uso de nuestro ordenador y los módems analógicos que usaban la línea telefónica ¡de cobre! para realizar la conexión y si en ese momento recibías una llamada se cortaba.
La tecnología fue avanzando y aparecieron las líneas RDSI y ADSL que ya permitían tener una mayor velocidad de conexión, y las redes móviles de 3G y 4G que nos daban la posibilidad de acceder a Internet desde nuestros flamantes smartphones, tablets, etc.
La llegada masiva de la
fibra
a muchos hogares de España (en 2022 casi 14 millones viviendas tenían acceso usando esta tecnología) y la aparición de la red móvil de
5G
han propiciado que el acceso a Internet sea algo masivo y, hasta cierto punto, esencial para muchas personas. Hoy en día muchas casas disponen de TV, consolas, alarmas, asistentes virtuales, etc. que requieren de una conexión a Internet para sacar todo su potencial.
¿Qué es el Internet de las cosas?
Mucha gente lo conoce por su nomenclatura en inglés: Internet of Things o IoT. El Internet de las cosas lo podemos definir como todos aquellos dispositivos y objetos que se conectan a Internet y les permite interaccionar con otras máquinas o con otros dispositivos. Por ejemplo, una consola de videojuegos conectada a la Red nos permite poder jugar con otras personas al mismo tiempo y a un mismo juego, o nuestra Smart TV conectada a Internet le permite acceder a las distintas plataformas de TV que hay en el mercado (Netflix, Amazon Prime, HBO…) e incluso hacer compras.
Pero el IoT no se limita solo a dispositivos del hogar que se puedan conectar a Internet, existen otras cosas que pueden estar conectadas permanentemente a Internet como una alarma de un local, un ascensor o un coche. Todo esto ha provocado que, para no pocos consumidores, el uso de los aparatos y dispositivos que se conectan a Internet sea algo esencial en su día a día.
España por encima de la media europea
Efectivamente, parece que los españoles somos unos fans de los dispositivos y aparatos que se conectan a Internet, y así lo atestigua Eurostat, que es la Oficina Estadística de la Unión Europea encargada de publicar estadísticas e indicadores de alta calidad a escala europea que permitan hacer comparaciones entre países y regiones. Y aunque nos encanta disponer de dispositivos conectados a Internet en nuestra casa se da la curiosidad de que al mismo tiempo somos de los más desconfiados, con un mayor porcentaje de no usuarios que rechazan esta tecnología por motivos de seguridad.
Pero, como decíamos, el IoT no se limita solo a dispositivos del hogar, también existen otro tipo de objetos que se pueden conectar a Internet. De tal manera que existen dispositivos que proporcionan información sobre el rendimiento de los activos, su estado y su ubicación y otros muchos que llevan la gestión de residuos, los tanques de gasoil o la monitorización de personas mayores.
En este sentido vemos que las regiones que más usan el IoT son Madrid, Cataluña y Andalucía, donde se agrupan el 75% de los dispositivos conectados en España y las que menos Extremadura, Navarra y Cantabria.
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