Durante el año 2019
en España
el 4,8%
de los empleados trabajaron desde casa durante toda la semana o más de la mitad de los días, mientras que en la Unión Europea
dicha tasa se situó en el 5,3%
habiendo países como Holanda, Luxemburgo o Finlandia
que se situaron por encima del 11%
de empleados que realizaban su trabajo desde su hogar.
Con la llegada de la pandemia a muchas empresas y profesionales autónomos no les ha quedado más remedio que optar por la fórmula del teletrabajo
para poder continuar con su actividad económica. Esto ha hecho que se haya incrementado el trabajo desde casa hasta un 32%, aunque otras fuentes lo sitúan en un 34%.
Los sectores que tienen mayor facilidad para implementar el teletrabajo son aquellos que requieren de una mayor cualificación o bien que no necesitan realizar actividades manuales o un contacto directo con el cliente. Así los sectores de la banca, seguros, telecomunicaciones, energía… lo tienen más fácil frente a otros como la industria, la construcción o servicios relacionados con el turismo
(restauración, hoteles, etc.).
Aspectos positivos
La posibilidad de trabajar desde casa ofrece la posibilidad de conciliar mejor la vida familiar y laboral, igualmente disminuye el impacto en el medio ambiente
al reducirse el uso del vehículo particular para desplazarse hasta el puesto de trabajo. Por otro lado se ha demostrado que el teletrabajo reduce el absentismo laboral y los accidentes en el trabajo
(hay que tener en cuenta que los percances por desplazamientos al trabajo también se consideran accidente laboral)
Para las empresas el hecho de tener un mayor número de empleados teletrabajando supone la posibilidad de reducir costes
como el alquiler de oficinas o parking, consumo energético, alquiler de mobiliario, etc.
No todo es bueno
Pero no todo en el teletrabajo es positivo, y más en un país como España. Y no porque no estemos preparados tecnológicamente para poder trabajar desde casa (contamos con una red de fibra óptica y conectividad móvil de las mejores del mundo), sino porque nuestro modelo productivo no es de los más compatibles con esta forma de trabajar.
Nuestra economía se adapta peor al teletrabajo al estar sostenida en actividades como el turismo, la hostelería o la construcción. Es verdad que en España tenemos otro tipo de actividades como la industria, pero es una industria que requiere en su mayor parte de la presencia humana para seguir funcionando, como por ejemplo la industria automovilística.
Por otro lado en España se da un fenómeno que no se da tanto en otros países de la Unión Europea y es el de la dispersión territorial de su población. Debido a que la mayor parte de la industria y otros sectores económicos se concentran en regiones como Madrid, Cataluña, País Vasco o Valencia hace que el resto de las regiones se vayan despoblando y se desplacen a aquellas zonas donde la actividad económica es más rica y atractiva.
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